Diferencias de miradas (enfermo y profesional de la medicina)

Desde los inicios de la humanidad, el ser humano se ha identificado y conmovido del dolor o sufrimiento ajeno. Estamos llenos de historias, anécdotas y recuerdos de nuestra infancia, de ejemplos y experiencias, en muchos casos cercanas de ayuda a nuestro prójimo.  Inclusive en los medios de comunicación se han puesto de “moda” los valores.
Qué decir de las redes sociales, llenas de buenas intenciones y del famoso “Like” para mejorar a alguien.  Pero en la vida real, en el día a día, son pocas las veces que nos ponemos a pensar en el “otro”. Generalmente el que sufre, la pasa mal, se queja o está impedido por alguna razón, se encuentra lejos de nuestra realidad. Hasta que, claro está, nos damos de bruces con algún padecimiento.
Todo esto si lo miramos como gente que convive y comparte con otra gente; porque si hablamos de profesionales, esto ya es otra cosa; nos hemos “profesionalizado” tanto, hemos cogido la máscara del perfeccionamiento y el profesionalismo a tal magnitud, que ya no empatizamos con nuestros dolientes, solo son un caso más, un caso muy bonito para estudiar, muy raro, novedoso, útil para la ciencia, desconcertante, muy rentable, etc, etc, etc. Nos olvidamos que detrás de cada una de estas expresiones está Susana, Gemma, María, Ana, Pedro, Samuel, y muchos más que día a día buscan mejorar, se esfuerzan por obtener respuestas, por no molestar, por salir a la vida como todo el mundo.
Como enfermos, o “solo doloridos” (cuando aún no hay diagnóstico) te arrastras de un lugar a otro buscando una respuesta a todo lo que te pasa; pero sin darte cuenta resulta que te vuelves experto en términos médicos, en procesos administrativos de cap´s, urgencias, consultas, hospitales y mutuas; todo ello dejando de lado la parte laboral que de verdad se me hace muy pesado detallarla también.
Entonces, regresamos a casa, a descansar por fin. Y luego que has recuperado un poco las fuerzas, comienzas a organizar mentalmente primero y luego en papeles todo lo que te dijeron durante la mañana. Dietas específicas, movimientos, descansos, medicaciones, trámites pendientes, y solo puedo gritar: “AHORA QUE HAGO!!!”
El haber vivido la experiencia del proceso de definir la enfermedad como profesional de la psicología, he podido comprobar en carnes propias, el camino incierto, el terreno de nadie en el que se convierte el “volver a casa”. Cómo lo explico, como lo entendí, como lo pongo en práctica, como lo organizo, cómo libero a mi gente querida para que recuperen la normalidad en sus vidas,.... como consigo comenzar a salir!!!
Es como un círculo que no encuentras su principio, como un perro que se muerde la cola, y allí estoy yo, agotada ya de tanto pensar. Cómo???!!!

Solo me queda la ilusión de que con mas fuerzas podré obtener alguna respuesta o esperar a que llegue la próxima visita médica para intentar encontrar alguna allí.
Te suena? Puedes verte reflejado en mi his
toria? Te has sentido así alguna vez?

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